“Es sábado noche ¿te gustaría comer una pizza?¡ No gracias, no la digiero!”
Probablemente a ti también te ha pasado lo mismo; ir a comer a la pizzeria o a cenar en casa de amigos y salir con problemas de estomago y una sed incontrolable. Por desgracia, en estas situaciones, el placer de comer una pizza cocinada en un horno de leña en toda regla se acaba pronto a causa de una sensación de malestar que se extiende mucho más allá del final de la comida. Pero ¿por qué pasa todo esto? La respuesta es simple; el problema se debe a una fermentación o una maduración insuficientes de la masa.
Pero ¿Qué son exactamente la fermentación y la maduración?
Para cocinar una buena pizza casera muy digestible, primero debemos evitar los posibles errores. Antes de todo, la fermentación es un proceso químico que transforma los azucares en dióxido de carbono y etanol. En el caso de la fermentación de la pizza, el dióxido de carbono infla la masa y el alcohol se evapora durante el horneado. La maduración es, en cambio, el proceso por el cual los enzimas rompen los enlaces moleculares y descomponen las moleculas complejas en moleculas más simples que, por lo tanto, se digieren más fácilmente.
Si el tiempo de maduración no es suficiente, los enlaces se romperán solo parcialmente y durante la digestión las bacterias estomacales producirán gas en exceso que causará la fastidiosa sensación de vientre hinchado después de comer una pizza que sabe a rayos. Mientras que la fermentación se lleva a cabo en poco tiempo, la maduración necesita tiempos más largos que dependen sobre todo de la temperatura y del tipo de harina utilizada para la masa.
Los secretos para hacer una pizza casera muy digestible
Para hacer una pizza casera muy digestible y al mismo tiempo evitar el ardor de estómago, aquí están nuestros consejos:
- ¡No hay prisa! La preparación de una buena pizza digestible necesita tiempo así que échale un vistazo a esta receta de la masa de pizza.
- Siempre usa productos fresquitos y no te pases con la sal.
- Usa el horno de leña o de gas para cocinar asegurándote de que su temperatura no sea inferior a 350°C.